domingo, 3 de octubre de 2010

LOS DISCURSOS DE LA IDENTIDAD PENTECOSTAL

Por: Mg. Ángel Espinar Álvarez

LOS DISCURSOS DE LA IDENTIDAD PENTECOSTAL

Por: Mg. Ángel Espinar Álvarez

Pretendemos abordar la identidad personal desde su carácter reflexivo entendido como la referencia de una persona a sí misma, lo cual le permite constituir su propia identidad en términos de una formulación narrativa sobre ella misma. En la experiencia de los pentecostales, la construcción de la identidad pasa no sólo por las prácticas sociales o religiosas en la vida del sujeto, o por principios de diferenciación respecto a los otros, sino también por las representaciones que los mismos sujetos construyen a partir de sus experiencias. Este proceso de reflexión entre los fieles pentecostales tiene lugar adoptando la forma de narración de la historia de la vida, en la construcción narrativa de la propia biografía, tanto para uno como para los demás.

Cuando una persona cuenta un relato, pone en movimiento los acontecimientos que considera relevantes para ella misma, para provocar una impresión en los demás, y desencadenar ciertas ideas y emociones que son compartidas por ella y los oyentes; ya Aristóteles[1] había señalado que el artificio narrativo puede provocar emociones, mover a tristeza o alegría, y que ello requería de una complicidad conceptual o emotiva entre los protagonistas de la tragedia y el auditorio expectador. Por otro lado, la composición narrativa precisa de ciertas pautas que permitan construir la trama –también le debemos al filósofo esta noción–, una concatenación de los acontecimientos que permitan ver no sólo el esquema de la narración sino también la unidad, el principio y el final.

Para analizar la narrativa pentecostal recurrimos a las nociones de Aristóteles y los aportes del crítico literario ruso, Vladimir Propp (1971) y del lingüista y literato holandés Teun A. Van Dijk (1988), y sobre todo, al filósofo y teólogo francés, Paul Ricoeur (1987) cuyas reflexiones ayudan a concebir la identidad pentecostal como una identidad narrativa.

Como proceso metodológico vamos a tomar un relato de conversión y analizar el esquema sobre el cual está construido y las implicancias que tiene esta narrativa para comprender la identidad pentecostal. Podríamos detenernos en otros tipos de discursos pentecostales –prédicas, cantos, dibujos, etc.–, pero creemos que el testimonio de conversión constituye un paradigma narrativo fruto de la tradición oral pentecostal cuyo estilo y trama tejida en el acto de “testimoniar” ha ido produciendo una sedimentación narrativa de carácter ejemplar y religioso. Podríamos considerar los testimonios de revelación como otro tipo de narrativa, pero muchas veces los encontramos incrustados en el relato de la conversión.

1. Los temas en los relatos pentecostales

La pregunta que nos planteamos es ¿cómo hacer explícito el tema o la secuencia de temas de los discursos-testimonio de los pentecostales? En los análisis de las narraciones literarias se usa el término trama, ¿cuál es esta urdimbre que tejen las emisiones discursivas en los testimonios elaborados por los mismos fieles? Teun A. Van Dijk[2] (1988) indica que el significado del discurso como un “todo” debe especificarse en los significados de las “partes”y que estos vienen dados en la forma de proposiciones completas que forman una secuencia.

También nos apoyamos en el análisis morfológico que hace Vladimir Propp (1971) de los cuentos maravillosos que nos sirven para delimitar unidades temáticas de la narrativa pentecostal. Al estudiar la especificidad del cuento maravilloso, Propp parte del principio según el cual el estudio diacrónico (histórico-genético) debía estar precedido de una descripción sincrónica rigurosa. Para eso se propuso mostrar claramente los elementos constantes que están siempre presentes en los cuentos.

El testimonio analizado corresponde a una mujer con estudios secundarios que lleva participando más de 12 años en la iglesia pentecostal, en el departamento de Ayacucho, al sur del Perú. Generalmente, los testimonios se relatan durante la realización del culto y otras en los ambientes donde los entrevistados desempeñan sus labores cotidianas. La Iglesia Evangélica Pentecostal del Perú (IEPP) tiene como práctica, que sus fieles den sus testimonios en ciertos cultos, en campañas evangelísticas, y especialmente en las reuniones de sanación, momento en que los fieles hacen vigilia y ayuno.

El primer cuadro que presentamos corresponde a un análisis del relato a través de la búsqueda de los temas como unidades de sentido, responde a la preguna: ¿cuál es el significado que dan al relato los que narran su testimonio de conversión? Siguiendo a van Dijk (1988) dividimos el relato en proposiciones completas ya que el significado del relato completo debe estar especificado en términos de los significados de las partes. Una vez distinguidos los fragmentos del relato, se les asigna una palabra-significado, a esta tarea, van Dijk las llama “macroreglas”, reglas que transforman la información semántica (supresión, generalización y construcción).

El segundo cuadro, organiza el relato total de modo esquemático, de acuerdo al desarrollo temporal de la historia narrada, ubicando la secuencia de los temas o funciones del relato, la presencia de los auxiliares, y la marcación temporal que manifiesta el giro de la historia. La finalidad de este esquema es explicitar un modelo de construcción narrativa de los testimonios de conversión pentecostal, que permita analizar otros testimonios siguiendo la secuencia de los temas centrales; ello nos llevará a probar la hipótesis de que los fieles construyen sus relatos de conversión siguiendo un modelo (trama estructurante) aprendido en los procesos de identificación religiosa.


Cuadro 1
Análisis narrativo de los relatos de conversión

RELATO MACROESTRUCTURAS SEMANTICAS (TEMAS)

Antes en la vida antigua vivía a la deriva con enfermedades, con problemas,

SITUACIÓN INICIAL=CARENCIA
  • Vivir a la deriva
  • Enfermedad
  • Problemas

He visto a una señora que se sentaba junto a mí, que estaba muy enferma y tenía vicios, pero un día se había enfermado y la habían llevado a la iglesia evangélica y se había sanado. Otro día sin pensar, yo la había visto a ella transformada, y yo dije: ‘si a ella le ha cambiado tiene que cambiarme a mí también, si a ella le ha sanado, yo también tengo que ser sana por Dios’.

INFORMACIÓN
y un día ya no soportaba porque estaba enferma más de 8 años, SITUACIÓN CRÍTICA

entonces yo fui a buscarle un día, incluso ya no iba a trabajar porque estaba grave, yo fui a buscarle a su trabajo. ‘¿En qué lugar, en qué sitio, en qué iglesia tú te has entregado a Dios para que seas evangélica? Yo quiero que me lleves porque ya me he cansado de mi vida, ya no quiero vivir más’ –le dije–, ‘o vivo o muero pero quiero entregarme a Dios’.

BÚSQUEDA

y ella gustosa me llevó Auxiliar testigo
y yo me entregué y encontré la sanidad

SOLUCIÓN PARCIAL DE LA CARENCIA

y después de eso como mi esposo no era creyente, – el enemigo también trabaja por allí–, yo llegué a tenerle más miedo a él que a Dios, por eso ya de vez en cuando iba, iba antes que llegue de su trabajo, antes de que llegue tenía que fugarme a la casa para disimular la ropa y esperar como si nada, como si no hubiera salido; PRUEBA=ENGAÑO DEL ENEMIGO
así nuevamente me regresó el mal, y también empezó un juicio de terreno que teníamos, un problema largo y difícil, y de lo que estaba anteriormente enferma, me he puesto peor todavía, RETORNO SITUACIÓN INICIAL= CASTIGO
y así durante 4 años más y no me sanaba con nada, ni con médico, ni con uno y otro especialista, nada, no me sanó. Auxiliares infructuosos
Entonces, yo leyendo la Biblia en mi casa dije: ‘si Dios bendice, si Dios da, si Dios sana, por qué a mí no me sana, ya soy evangélica’ –dije–. No me daba cuenta por nada que el Señor me estaba probando en esa forma, entonces yo dije: ‘si hay personas que niegan a Dios y son sanas, que tienen todo, y yo que ya soy evangélica, ya soy bautizada, estoy en este problema, -–yo pensaba así–, y orando y leyendo la Biblia, encontré en Josué 1,9: ‘esfuérzate y sé valiente’. Entonces, yo pensé, lloré, oré y oré, Auxiliar revelador = BIBLIA
y dije: 'claro, cómo el Señor va a obrar si yo no me esfuerzo'. Entonces, empecé a esforzarme y fui donde el pastor y le dije, le conté que hasta aquí estuve viviendo religiosamente, pero esta ropa vieja ya no te quiero, yo quiero ser nueva; DESCUBRIMIENTO DEL ENGAÑO
el pastor me ayudó con sus oraciones y oró por mí, encomendando al Señor mi vida, Auxiliar intercesor
y desde esa fecha recién yo puedo decir que soy evangélica, pues durante 4 años he vivido religiosamente y he desperdiciado mi vida, desde ahí puedo decir que soy evangélica”. SITUACIÓN FINAL = SER EVANGÉLICA

Cuadro 2
ESQUEMA NARRATIVO DEL TESTIMONIO DE CONVERSIÓN

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2. Análisis semántico del relato de conversión

Señalamos algunas conclusiones del análisis semántico que hemos realizado del relato testimonial de conversión. La narración de los testimonios tenía respecto a la interacción con el oyente-entrevistador dos rasgos: para unos relatar su experiencia de conversión significó el recuerdo/reconocimiento de la propia experiencia y, para otros, una acción intencional de comunicar un mensaje o hacerlo explícito para que el oyente participe de alguna forma de él. Como nos recuerda Rosaldo (1991), quien narra lo hace generalmente como “sujeto ubicado”, es decir, desde una posición estructural.[3]

El análisis narrativo pone énfasis en la agencia y la creatividad, en cómo los narradores o entrevistados dan cuenta de su propia identidad. En ese sentido, las historias de vida de los pentecostales reflejan esa intencionalidad, cuyas experiencias –conversión, sanación, revelación, etc.– se configuran narrativamente en mayor o menor medida de acuerdo al esquema narrativo que hemos descrito[4]. Consideramos que la identidad narrativa pentecostal sigue una pauta esquemática constante con algunas innovaciones de contenido, aunque éstas se hacen sobre la base del esquema previo. La intencionalidad del sujeto agente también viene expresada en la narración con el uso de la primera persona en acción, ante situaciones que se padecen como la enfermedad o los problemas; el sujeto reacciona, se pone en movimiento, busca, se entrega, se esfuerza y llega a conseguir aquello que desea y soluciona su situación de carencia.

Otro aspecto relacionado con la idea de la agencia narrativa y que confirma la perspectiva de género de la conversión es el tema de la agencia femenina pentecostal. Se puede observar en los diversos relatos de conversión y de revelación que el hecho de narrar sus experiencias constituye para las mujeres el tener el recurso a la palabra, capacidad que antes estuvo silenciada o negada. Construir los relatos implica una mirada sobre los acontecimientos y experiencias, el énfasis puesto sobre ellos, los ocultamientos, los pliegues y suturas con que se van amarrando estos en una trama significativa y significada pentecostalmente. Es perceptible en las experiencias de los fieles que las situaciones de violencia quebraron la capacidad de contar sus historias por temor a la represión y la acusación de ser considerado “terrorista” o informante de las fuerzas del orden.

Habíamos señalado que la narrativa pentecostal de la conversión forma una trama, es decir, una secuencia de acontecimientos significativos que hemos articulado en temas de acuerdo a la configuración semántica que presentan en el relato total. Como puede observarse en el desarrollo de los temas, el relato presenta una situación inicial que denominamos de carencia, y que en los testimonios por lo general se describen como desajuste ético, enfermedad, presencia de problemas. Estas situaciones se convierten en motivos que dirigen las acciones del sujeto en la dirección de la resolución de la carencia y que vendría a constituir el momento identitario más fuerte. Como señala el testimonio analizado, la conversión alcanza su punto de realización en la constatación de una nueva orientación en la vida, de la sanación del cuerpo, y la solución de los problemas, y esta constatación se sintetiza en la afirmación identitaria: “soy evangélica”; es decir, ser pentecostal. Otros relatos se refieren a lo mismo indicando la entrega y aceptación de Jesucristo como Señor y Salvador personal.

Entre la situación inicial y la situación final se presentan una serie de peripecias, de avances y retrocesos que el fiel recorre, tal como hemos descrito en el esquema narrativo. Lo que nos interesa destacar en esta trayectoria es la presencia de los auxiliares[5] que intervienen para ayudar al fiel a realizar la trayectoria que conduce al triunfo final: los prosélitos que buscan inducir al potencial converso a emprender la búsqueda de la salvación; los expertos que intervienen infructuosamente en la solución de los problemas para destacar en la narración la ineficacia de sus acciones; la Biblia como potente instrumento revelador[6] que permite dar un giro interpretativo en la vida del fiel y que marcará el cambio temporal[7] en la historia narrada; y la presencia de intercesores que contribuyen a dar soporte a la vida del converso para que consiga éxito en su búsqueda.

Las narrativas pentecostales son básicamente narrativas biográficas que remarcan la acción de Dios o del Espíritu en la vida de los fieles, más que una historiografía estamos hablando de biografías modeladas que manifiestan la acción salvífica de Dios a partir de su intervención en las carencias de los conversos: Dios bendice, da y sana. El carácter biográfico está plasmado en los eventos significativos de la vida pentecostal: conversión, sanación, bautismo, ministerio, etc., pero sobre todo en la condición temporal de la existencia en la que Dios interviene y que marcan en la vida del creyente un antes y un después. Los relatos de conversión tienen este esquema de dos tiempos, los conversos reconocen en las historias de sus vidas una “vida antigua” y la “vida nueva” a partir de la intervención divina y el cambio operado en sus vidas.

Goffman (1995) señala acerca de la biografía que existe una unicidad totalizadora de la línea vital, es decir, que todo lo que un individuo ha hecho y puede hacer es incluible dentro de su biografía, pero al mismo tiempo advierte, que esta idea está en marcado contraste con la multiplicidad de yoes que se descubren en el individuo cuando se lo observa desde la perspectiva del rol social (1995: 80). En ese sentido, los pentecostales no sólo mantienen la unicidad de sus biografías por el hilo conductor de sus propias vidas, si no también por el modelo biográfico pentecostal que estructura los relatos de sus vidas. Y respecto a la multiplicidad de yoes que puedan tener los pentecostales según el rol social que desempeñen, hay que decir que éstos están coloreados siempre por el matiz pentecostal, ya que ellos se presentan siempre ante los demás como evangélicos, y sobre todo, sus acciones están marcados por el filtro de las significaciones pentecostales.

La Biblia tiene un papel importante en este proceso narrativo y constituye un marcador de la identidad pentecostal. Pero es importante destacar que los textos bíblicos no sólo son tomados por los fieles como fuente de pautas éticas, ellos se refieren a las citas bíblicas como tablas de salvación; usan la expresión “agarrarse a los textos” como criterio hermenéutico para entender la situación concreta que están atravesando, pero sobre todo como la palabra actuante de Dios que indica la salida a la situación problemática que vive el fiel. En ese sentido, la identidad narrativa pentecostal implica alguna cita bíblica con la que el fiel se identifica porque ha sido significativa en su proceso de conversión o en algún momento crítico de su vida. En las entrevistas siempre preguntamos si habría algún texto bíblico con el que se identificasen, todos generalmente recordaban uno o más textos de memoria. Por ejemplo del profeta Jeremías: "clama a mi y yo te responderé, las grandes cosas ocultas te haré conocer...”. El fiel explicaba que "cuando uno clama a Dios es él quien nos va a responder". Otro decía: "de la Biblia me gusta Jeremías 32, 27 y dice: "aquí yo soy Jehová, ¿habrá algo que sea difícil para mi?", y explicaba que "para el Señor no hay nada difícil". Como puede observarse son textos vinculados a situaciones vitales críticas, de limitación o necesidad.

El proceso de conversión presenta puntos de inflexión que marcan la intervención divina y el cambio generado en la vida del converso. Esta inflexión vital se manifiesta también en los testimonios pentecostales que grafican este giro en términos narrativos, como hemos ejemplificado para el caso de la iluminación bíblica. Otra de las formas presentes en este giro narrativo es manifiesto a través de la intervención de la persona de Jesucristo que actúa sanando, expulsando los demonios, liberando del problema que aqueja al fiel, o la actuación del Espíritu que da al fiel una nueva visión de la vida y de los hechos.

3. Narración e identidad pentecostal

Ya habíamos indicado en el desarrollo de nuestro análisis que cuando alguien cuenta el relato de su vida lo que hace es enmarcar narrativamente esa historia vital, y al mismo tiempo, constituir su propia identidad. La narración de la conversión procede como un acto reflejo donde quien narra selecciona del cúmulo de hechos vitales aquellos que encuentra representativos para la unidad de sentido del relato; construye una secuencia temporal, coloca ciertas inflexiones y giros inesperados, etc. Entonces, tenemos por un lado, los acontecimientos de la vida, la realidad; y por otro, la narrativa que los fija con algún sentido e intencionalidad. La pregunta que surge es si hay una diferencia notable entre el relato construido y los hechos vividos, y cómo se da la conexión entre el relato y la realidad.

Para responder a las cuestiones anteriores recurrimos a los aportes de Paul Ricoeur[8] con la noción de mímesis. Ricoeur distingue tres planos de mímesis, que son aplicables a la concepción de la identidad narrativa. Hille Haker[9](2000: 80) nos ofrece una síntesis de estos tres planos:

"Mímesis II, la configuración en la narración, queda enmarcada por la prefiguración en la praxis (mímesis I) y la refiguración en la recepción (mímesis III), que son en sí mismas formas de mímesis. La teoría de la mímesis compuesta por tres elementos supone que se puede decir que, cuando la praxis se entiende como tal, ésta es estructurada narrativa o prenarrativamente, y que el acto de recepción de los relatos exige a su vez una actividad que se puede catalogar como mímesis".

El siguiente esquema presenta el proceso de la identidad narrativa:

La identidad Narrativa pentecostal

Nos interesa destacar cómo la narrativa pentecostal ya está prefigurada en la experiencia misma de la conversión. La conversión produce identidad, y una de las formas de producirla es narrativamente.

Un primer anclaje lo compone la red conceptual que distingue estructuralmente[10] el campo de acción de los fieles pentecostales y el modo como cada fiel usa de manera significativa la red conceptual. La descripción que hemos hecho del campo pentecostal que incluye a los fieles, las creencias, la ética, el culto y las emociones que lo acompañan forman parte integrante de este primer anclaje. Un segundo anclaje que la composición narrativa pentecostal encuentra en las prácticas y experiencias de los fieles reside en los recursos simbólicos del campo práctico pentecostal. Nos dice Ricoeur (1987: 124) apoyado en los trabajos de Clifford Geertz (1973) que, "si la acción puede contarse, es que ya está articulada en signos, reglas, normas: desde siempre está mediatizada simbólicamente". Recordemos lo que aprendimos con Geertz que el símbolo subraya el carácter público de la cultura, y aporta una significación que puede ser incorporada a la acción y ser comprendida e interpretada por los demás actores en la interacción social.

El momento de la configuración de la identidad narrativa pentecostal implica la construcción de la trama, cuya función es mediar entre acontecimientos individuales vividos por el converso y la historia personal o de conversión vivida como un todo. El relato analizado presenta situaciones episódicas que configura el tiempo narrativo como una secuencia lineal. El recurso al marcador episódico que se usa con frecuencia en el relato –“entonces”– vendría a responder la pregunta por lo que viene o continua, sugiriendo que las fases de la acción están en una relación de exterioridad. Pero Ricoeur nos recuerda que la disposición configurante transforma la sucesión de los acontecimientos en una totalidad significante, el acto de reunir los acontecimientos y hacer que la historia se pueda seguir. En ese sentido, podemos afirmar que el acto reflexivo de reunir hechos en una unidad confiere a toda la trama de la narración un tema, que en nuestro caso el narrador ha denominado la historia de su conversión. Además, la configuración de este tipo de trama testimonial impone a la sucesión de los incidentes un cierre de la historia, si a esto le añadimos que el fiel ya la ha contado en varias oportunidades.

La esquemátización de los testimonios pentecostales ocurre por la socialización religiosa, una especie de decantamiento del modelo narrativo, presente en la escucha de los testimonios de otros fieles y usados cuando se construyen los propios relatos a partir del paradigma narrativo pentecostal. Podríamos decir que el pentecostalismo es lo que es por las narrativas de sus fieles o seguidores. La noción de habitus que explica la producción y reproducción de las prácticas pentecostales también está vinculada con los esquemas narrativos presentes en los testimonios de los fieles pentecostales. Recordemos que la noción de habitus implica no sólo prácticas sino también representaciones con las cuales los individuos construyen sus propias identidades, y estas se articulan en una trama significativa de acuerdo al campo de significaciones en el que se desarrolla. La identidad narrativa pentecostal se va constituyendo en una disposición regular, una estructura estructurada y estructurante, que funciona como principio generador de prácticas narrativas de quienes participan en el campo pentecostal.

El texto configurado en el proceso narrativo exige ser leído para cumplir con su trayectoria, en el caso de las narraciones pentecostales, que son fundamentalmente orales, exigen ser escuchadas. Por eso se llaman “testimonios” y sólo funcionan en el contexto de una comunidad oyente, de ahí que se den en ciertos cultos, después del bautismo del Espíritu o en una campaña evangelística para atestiguar la obra de Dios en la vida de los creyentes o atraer a la iglesia a posibles conversos. En ese sentido, la identidad narrativa desde la perspectiva de la mimesis III o refiguración de la identidad, es un proceso comunicativo. Por lo tanto, la narración testimonial que realiza el fiel ante otros despliega, lo que en otras ocasiones Ricoeur ha denominado, el mundo del texto, que podríamos llamar en este caso, el mundo de las experiencias vitales del fiel pero que es resignificado según el auditorio de los oyentes. En varios casos percibí que los testimonios que me comunicaban tenían un tono apologético o persuasivo, distinto de los que escuché durante la reunión de sanación.

Concluimos este largo camino señalando que el proceso de la identidad narrativa pentecostal que hemos analizado a partir de un testimonio de conversión, confirma que la identidad pentecostal sólo se construye narrativamente, a no ser que la identificación de los fieles se pierda en la serie de episodios de sus prácticas pentecostales, con lo cual sería imposible pensar una identidad pentecostal, o terminemos generalizando una identidad concebida esencialmente. Como señala Manuel Maceiras en la presentación a la obra de Ricoeur:

"por el relato, sin embargo, es posible responder a la pregunta por un sujeto, por un hombre, por una identidad, pero de forma narrativa. La historia narrada dice el quién de la acción. La identidad del quién no es, pues, ella misma más que una identidad narrativa" (1987: 30).

Bibliografía

GEERTZ, Clifford

1973 La interpretación de las culturas, México, Ed.Gedisa, décima edición.

GIDDENS, Anthony

1996 Modernidad e identidad del yo. El yo y la sociedad en la época contemporánea, Barcelona, Península, 1991.

GOFFMAN, Erwin

1995 Estigma. La identidad deteriorada, Buenos Aires, Amorrortu editores, 6ta. reimpresión, 1963.

KOHLER RIESSMAN, Catherine

1993 Narrative Analysis, California, Sage Publications.

PROPP, Vladimir

1985 La morfología del cuento maravilloso, Madrid, Ed. Fundamentos, 1971

RICOEUR, Paul

1987 Tiempo y narración I. Configuración del tiempo en el relato histórico, Madrid, Cristiandad.

ROSALDO, Renato

1988 Cultura y verdad. Nueva propuesta de análisis social, México, Editorial Grijalbo.

Van DIJK, Teun A.

1988 Estructuras y funciones del discurso, España, Siglo XXI editores, 5ta. edición, 1980.



[1] Aristóteles define la narrativa en la Poética como una mímesis (representación, reproducción, imitación, recreación, expresión, etc.) de la realidad. La tragedia, la narrativa griega por excelencia, es imitación de una acción de carácter elevado y completa, imitación que ha sido hecha o lo es por los personajes en acción y no por medio de una narración, la cual moviendo a compasión y temor, obra en el espectador la purificación propia de estos estados emotivos. Para Aristóteles la imitación de la acción es el “mito”, el entramado de las cosas sucedidas.

[2] Teun van Dijk señala que todo discurso posee un o más temas o asuntos que representan lo importante o esencial de lo que se dijo. Se refiere al discurso como un todo o de fragmentos más o menos grandes cuyo tema se hace explícito en términos de un cierto tipo de estructura semántica , y que se expresan no tanto en oraciones individuales sino en secuencias completas de oraciones, que él las llama “macroestructuras semánticas”.

[3] Algunos fieles que me contaban sus experiencias lo hacían desde una posición subalterna, pensando que yo era un visitante de la iglesia de Lima, hasta un pastor, en cambio otros que me identificaban asumían una posición definida por el lugar y función que ocupaban en la iglesia, y sobre todo colocándome en la posición de receptor de una enseñanza o siendo invitado a abrazar la fe y a entregarme a la iglesia.

[4] Los discursos siguen un esquema narrativo, que van Dijk denomina “superestructura narrativa”, y que define la ordenación global del discurso y las relaciones de sus respectivos fragmentos. Este esquema puede tener una estructura jerárquica.

[5] Propp usa el término “auxiliares” para indicar la presencia de otros elementos en el desarrollo de la trama narrativa, que si bien pueden no determinar el desarrollo de la intriga, pero están anudados con ella y sirven para unir funciones sucesivas. Unas veces puede tratarse de situaciones informativas, otras veces de personajes u objetos reveladores. En el caso de las narrativas pentecostales consideramos la presencia de estos auxiliares como determinantes, y hasta podrían ser colocados como personajes que participan activamente y determinan el desarrollo de la historia narrada.

[6] La revelación en sueños y durante la oración serían los otros auxiliares principales, que junto con la Biblia, intervienen en la vida del converso para fortalecerlo o clarificarle la situación por la que está atravesando.

[7] A. J. Greimas destaca que los dicursos narrativos tienen una dimensión temporal, que los comportamientos expuestos en la historia narrada mantienen relaciones de anterioridad y posterioridad. Una subclase de relatos dramatizados viene definida por una propiedad estructural común: la dimensión temporal sobre la que se encuentra situados, la cual dicotomiza en un antes vs. un después. Este antes vs. después corresponde a un "vuelco de la situación que corresponde a una inversión de los signos del contenido.

[8] Ricoeur analiza la mediación entre tiempo y narración evocando desde un enfoque hermenéutico, la idea de mímesis de la Poética de Aristóteles y cómo el proceso de la configuración textual media entre la prefiguración del campo práctico y su refiguración por la recepción de la obra.

[9] Haker, Hille "Identidad narrativa y moral en la obra de Paul Ricoeur". En: Revista Internacional de Teología Concilium 285, Abril. España: Verbo Divino, 2000.

[10] Ricoeur jugando con el orden sincrónico de las acciones y el orden diacrónico de la narración, señala que las acciones se actualizan adquiriendo una significación gracias al encadenamiento a modo de secuencia que la trama confiere a los agentes a su hacer y sufrir, y al mismo tiempo, agentes, motivos y circunstancias se vuelven compatibles y operan juntos dentro de una totalidad temporal.

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